lunes, 1 de junio de 2009

imanliterario

BIENVENIDOS AL MUNDO DEL PENSAMIENTO CREATIVO Y AL IMAN LITERARIO DEL QUE ESPERO NO TE PUEDAS ESCAPAR.

Por ahora, puedes comenzar a leer algunos cuentos nuevos, podras ver cuentos nuevos cada semana:

Viejo
1
Mi espejo me dijo esta mañana que ya estoy viejo. Ayer me sentía tan vivo y como dicen en este mi pueblo, listo para aprender de la vida. Nunca me di cuenta que debía abandonar la casa y buscar un trabajo para comprar la mía. Hoy me lamento. Por la madrugada tuve una angustia, pero en medio de esa angustia me vi entre los brazos de mi madre, la viejita que siempre me decía acompañada de un suspiro: Cuándo podré verte casado.
Lo hacía porque se sentía tan débil, ya los años se lo gritaban.
Lo que quiero decir es que la vi, abrazándome con su tierna sonrisa, sus entrañables caricias y sus fieles arrugas con las que me comunicaba estar contenta o en verdad estar de la patada: estas se mantenían inquebrantables a la última ocasión en que había estado conmigo. Ah! Qué manera tan diferente, tan extraña y falsa de mi parte, al despedirme de ella! Y ella, sonriente, mostrando sus últimos dos dientes, me hizo ver su comprensión…

…Ella…
…ella pensó que en verdad me había casado.


2

Disimulo frente a todos, pero llevo una gran angustia. Cuando murió mi padre, mi niñez no me dijo la verdad, no lloré ni sufrí, aunque talvez lloré porque el árbol que estaba cerca de su tumba dejaba ver un último mango, madurito (como le gustaba también a mi madre) y lo llamaba mi apetito, mas no lo alcanzaba por mi edad.
Mi madre sí lloró… Ese día me dijo al oído, entre sollozos, que me amaba fuertemente y que vivía porque yo era su esperanza. Recuerdo que me abrazó tan fuerte, que el mango (después de tanto berrinche ella pidió a un guardabosques que me lo alcanzara) se deslizó de mi mano hasta manchar mi camisa… si no me falla la memoria… quiero ver… sí, era amarilla, y por eso nadie notó que estaba sucia.



3
Mi esposa viajó hace unos días, fue a ver a sus familiares… Pero no regresó porque fue muerta en medio del tiroteo de eso que llaman la insurrección, lo que solo me dio tiempo, a mí y a mi hijo, de ir a despedirla de este mundo que cada día nos da grandes sorpresas. Mi madre todavía estaba viva cuando regresé.. Fue Ayer. La encontré tejiendo una camisa para Elisita, mi hija que ya venía en camino y que se fue junto con mi mujer. Ni siquiera pensé en mencionarle un solo detalle de mi desgracia. Simplemente la miré, abrazó a George, y se puso de pié para recibir, según ella, alguna buena nueva que yo le llevase. Mi mamita Carmencita (así le decía yo) quería verme feliz, casado… Por eso cuando supe de la muerte de mi mujer, Elisa, también supe que no debía decirle nada… Y sí, ahora estoy llorando, mi compadre, porque le aseguré que entre esos días, me había casado con Elisa desde su tierra porque sus familiares así me lo habían pedido. Le dije también (fue cuando me sentí tan hipócrita) que no se lo había informado antes porque quería darle la gran sorpresa… Mentí que no podía llevarla porque en la luna de miel debíamos estar solos, Elisa y yo, mientras que a George lo cuidaban sus abuelos maternos. Pero lo que hizo no se compara con nada.

4
- Y qué hizo la niña carmencita?
- Ella se conformó. Es que estaba feliz al escuchar lo que tanto había esperado: Verme no sólo con mujer e hijos sino con un matrimonio juramentado (aunque sólo mis palabras hayan sido las cómplices para lograr su creencia). Con eso estaba feliz, más que eso, había cumplido su propósito en la vida en dejarme con alguien que me amara aunque talvez no como ella pero sí lo suficiente.
- No llores así mi amigo. Ven, ya llegó el cura, dará unas palabras antes de velarla, debes estar presente, pero ante todo debes ser fuerte. Tienes un hijo, míralo, tu pequeño George, lleva tu mismo nombre, y está con tigo. Tienes por quién vivir. O no es cierto?
- Sí, gracias al cielo mi hijo está con migo.
- Entonces, despide a tu madre con orgullo.
- No puedo.
- Por qué razón!!? Yo, como tu viejo amigo Pablo no te dejaré solo, tú estás libre de pecado. Ten ánimos, sabrás salir adelante.
- Es… que… fue mi culpa, le mentí y ella pensó que yo sería feliz. Pero ahora me siento tan solo, lejos de su entrañable caricia; pero lo peor, sin cumplirle su deseo.
- Sin embargo debes tomar su ejemplo: al quedarse sin tu padre, dijo que viviría por ti, su único hijo. Imita su valentía con orgullo y lucha por Jorgito, tal y como ella le decía le decía.


5
Ayer, antes que anocheciera, me veía tan joven… para entonces mi madre vivía. Hoy, cuando desperté, ya estaba viejo.


SI EL CUENTO TE HA IMANTADO. vAMOS! LEETE ESTE OTRO:

Apopa

El Viejo Sergio y su Biblia por todas las calles de Apopa han andado como vagabundos sin oficio. La gente que al escuchar palabra de Dios sale huyendo por las otras calles disfrutará el momento en que éste se muera. Qué no dieran porque Sergio desapareciera. Nada… no hay nada que no pudieran dar si la muerte le desplantara de la tierra esas raíces que como nadie lleva increpadas. “La señal ya ha mandado Dios”, dice cuando lo reprochan. Hay quienes mejor no dicen nada ya que así el Sergio predicador no se exalta ni grita. No igual cuando si quiera intentan hacer un mal gesto o simplemente un desagrado en medio de la prédica. Siempre los domingos por la mañana ese tono agudo que sabe de sus ensayados labios expulsar despierta a los poblanos del único sueño de las ocho y de las nueve en toda la semana. La pobreza camina más y más hasta colmar la paciencia, tras la falta de pago de la quincena y los mareros que no dejan de cobrar la renta, esto se vuelve un alboroto. Esta vez, todos estaban con los pelos más que de punta… Nadie escucharía los ruidos de nada… no había dinero… no había diversión… Todo era culpa de Dios. Así decían. Y por eso el domingo en que ningún habitante toleraría los gritos del viejo Sergio predicador, como un respiro hondo había llegado.
Eran las doce de la media noche. Había sido el sábado una gran celebración con motivo de las fiestas de Apopa. A pesar de que una semana más había pasado sin que la gente pudiera recibir su pago, quién no estaba feliz por la chicha que en conjunto se había creado. Los de la milpa eran bienvenidos. La creatividad funcionó entre los poblanos con sólo unas mazorcas de elote y piña y otros ingredientes típicos del lugar. El inicio del domingo parecía tranquilo.
2000, un año muy difícil en Apopa porque los que iban a trabajar a la ciudad capital se veían en la penosa tarea de levantarse a plenas tres de la mañana. El agua fría trabajaba como calcio y hierro. Suficiente con eso y un café que por más fregada la situación, ¡nunca faltaba!
Pero es Domingo. Hoy todos están en medio de las cobijas y otros que no tienen pero halan a su pareja entre pierna y pierna. “Para hacer calorcito… qué mejor cobija” dicen los que en verdad de atreven a hablar de estas cosas que el padre en la iglesia prohíbe.”Es una falta de respeto”. Tal y cual, es así como los exhorta.
No sea que Sergio el predicador aparezca y empiezan todos a estremecerse… Sí está en el mercado, la gente compra lo más rápido y se aleja. “El aleluya” Así mismo lo llaman.
-Pero un día sabrán la verdad- les dice.
¿De dónde es el viejo Sergio predicador? Ni se lo preguntan. Mas hubo una vez en que un muchacho se le unió y comenzó a interrogarlo:
-¿Quién le ha dicho que predique aquí?
-Ha sido mi Dios.
-¿Él quiere que usted venga a Apopa?
-NO sólo eso. También quiere que tú llegues a Él.
El viejo Sergio decía que los jóvenes en especial deben buscar a Dios y no perderse en el camino Ancho. Nadie excepto el muchacho rendía la atención que él necesitaba para cumplir la promesa (en comunicar a la gente del gran llamado) que hizo a Dios después de que- seis meses antes- Aquél curó a su único hijo de la vista.
Surgió entonces el pero. Se había creado una cultura que no permitía a gente que no compartiera los mismos pensamientos. Como nunca en su vida, el joven se encontraba en gran apuro.
Aquel domingo, todos trabajaron por la listeza que requerían para sacar al viejo Sergio predicador. Llegó. Este no es de los cuentos en que cuando más se espera algo, da la casualidad de que no se presenta. Lo que llamó la atención de todos es que hoy estaba acompañado por aquel joven: Lázaro, el hijo del padre de la iglesia.
¿Quién no se sorprendió al ver aquello?
Los poblanos que preparados se encontraban para alejar de cualquier manera al viejo Sergio de Apopa… y la sorpresa… que los visitaba: Lázaro no lo permitiría. Arremetería con lo que fuera.
Pasó el tiempo. La gente e inclusive el padre adoptaron la resignación. Para sorpresa, el viejo Sergio predicador jamás volvió a llegar. Murió. Lázaro llevó la noticia a Apopa.

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